sábado, 8 de enero de 2022

Qué guapa estás

La joven se pasea de un lado a otro, del espejo a la ventana, de la ventana al espejo. Escote amplio, labios rojos y vino tinto es una combinación que nunca falla. Cabello rubio teñido que esconde mejor las canas. Siempre le han dicho que es una mujer intensa y así lo lleva por bandera, aunque la ansiedad se le encalle en la garganta. Ciudad nueva, casa nueva, mujer nueva, se dijo al llegar allí. Siente que tiene alas, al tiempo que pies de plomo, que de vez en cuando la hunden hasta lo más hondo. Retoque de pestañas, ventana y cigarrillo hasta que viene el joven al que espera. Qué guapa estás, le dice siempre como saludo.


El joven va todos los viernes por la tarde a la misma hora. Si no puede se pone de mal humor. Se pasea contento por la estancia con la ilusión de la novedad. Los romances que comienzan siempre son dulces. Se recuesta en la cama mientras ella se quita todo lo que le ha costado tanto tiempo poner en su sitio. Mi amor, mi amor, repite ella; qué guapa estás, qué guapa estás, repite él.


Cuando termina, el joven recoge deprisa. Ella no le comenta que le gustaría ir al cine, al teatro o que la invitaran a cenar, le basta con ver su cara de satisfacción. Aquel día, la joven nota algo diferente: una sombra en el dedo anular ¿Estás casado? No hay respuesta. La chica se queda pálida. Vengo el viernes que viene, se despide, hoy estás muy guapa.


Las que tienen alguna tara son las mejores en la cama, tú ya me entiendes, le había comentado un amigo. Aquella aventura le había devuelto el interés a su vida anodina. Hasta la relación con su mujer era mejor. Al llegar a casa y verla, la saluda, qué guapa estás, y es verdad, su melena rubia recién cortada, y además se ha pintado los labios rojos. Podría estar con quien quisiera. Cuando la imagina con otro le invade la congoja ¿Cómo ha ido la conferencia? Pregunta la mujer ¿Dónde has estado que vas tan guapa? Responde el marido.